El Premio Nobel de Literatura 2025 cayó en el húngaro László Krasznahorkai, un gran apasionado de las letras y del séptimo arte, nacido en el año de 1954 en el pueblo de Gyula en la Hungría comunista, entre sus grandes obras escribió Satantango, Melancolía de la Resistencia, Guerra y Guerra entre otras obras, además con un repertorio de 6 guiones llevados a la pantalla grande por el gran cineasta Béla Tarr de origen húngaro al igual que él, realizaron varias películas que se titulan: La condena (1988), Tango satánico (1994), Armonías de Werckmeister (2000), El hombre de Londres (2007), El caballo de Turín (2011) y el último barco (1990).
Cada película es una obra de arte, la fotografía que tiene El hombre de Lóndres es una joya cinematográfica, los cuadros, la luz y las tomas son de una precisión tan profunda, que muestran una imagen exquisita en cada escena que se goza en cada cuadro de manera permanente porque crean una emoción que recae en la nostalgia del espectador, por los claroscuros y las luces que proyectan ya que está filmada a blanco y negro y por la sonorización melancólica que trata el guion.
La adaptación y las palabras fueron escritas por el Premio Nobel, mismas que te llevan de la mano a un sentimentalismo que cada vez se pone más intenso, aun cuando tiene toques de suspenso, la historia transcurre lentamente en un muelle de la ciudad de Londres donde un vigilante ferroviario es testigo de un crimen en el muelle.
Basada en la novela del mismo nombre del escritor belga Georges Simenon escrita en 1934, fue nominada a la Palma de Oro del Festival de Cannes sin tener éxito, ya que no se llevó la palma del festival, pero sí las palmas de la critica y el publico internacional.
Otra de las películas emblemáticas fue Satantango, un largometraje de 7 horas de duración, una de las películas más largas de la historia, basada en su primer novela que retrata la vida de un pueblo desolado después del colapso del comunismo y la Unión Soviética donde describe la corrupción, la fe y la manipulación popular en un pueblo con hambre e ignorancia, que lucha por subsistir en una nueva forma de vida donde el Estado ya no es dueño de las personas.
Egresado de Lengua y Literatura de la Universidad de Budapest, se forjó desde joven en el mundo literario, al que dedicó su vida hasta obtener el más grande galardón que se le pueda entregar a un escritor, que según la Academia Sueca de las Letras se lo otorgó por: su obra cautivadora y visionaria que en medio del terror apocalíptico, reafirma el poder del arte.
Con un estilo propio en sus letras, que están llenas de nostalgia por las historias que redacta en su mayoría invadidas de lágrimas y melancolía, que no deja de mirar el mundo actual con una visión apocalíptica nacida de la Europa comunista en la que vivió en la Guerra Fría, en sus libros narraba historias que en el fondo protestaban contra la represión, en un régimen autoritario que siempre describió como apocalíptico, anteponiendo el poder de sus pensamientos mediante los pasajes en sus páginas, que posteriormente proyectarían en las pantallas de cine.
Nativo de un país soviético, bajo el yugo de un gobierno comunista que acotaba las libertades cívicas principalmente la de expresión, Krasznahorkai abandonó el gueto comunista para trasladarse a Berlín Occidental para estudiar becado.
Más tarde en la década de los 90, vivió en Mongolia y China, después en Japón, experiencias que le ayudaron a transformar su estilo literario, dejando la melancolía y las tristeza de los ciudadanos que vivían en países oprimidos.
En sus memorias señala que viajó por Europa a finales del siglo pasado, y posteriormente viajó a América para instalarse en Nueva York, viviendo justamente en el mismo piso donde vivía Allen Ginsberg. Hoy vive recluido en las colinas de Szentlászló.
Merecedor de varios premios internacionales, como el Premio Kossuth, otorgado por el gobierno húngaro en 2004, así como el Man Booker Internacional en 2015 y el Premio Austríaco de Literatura Europea en 2021, y el Premio Formentor de las Letras en 2024 por mencionar algunos, fue invitado el año pasado a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, donde asistió para ofrecer una conferencia en la Cátedra Latinoamericana Julio Cortázar, en la Biblioteca Iberoamericana Octavio Paz de la que una vez fue su titular Fernando del Paso, en dicha cátedra leyó para los presentes algunos fragmentos de su discurso cuando recibió el Premio Fomentor de las Letras que le otorgaron en España, ante un público tapatío que lo escuchó atento a los pasajes de su nuevo libro titulado: No olvida pero quiere, agradeció a Franz Kafka y Dostoyevski por sus magníficas y profundas prosas que heredaron a la humanidad, así como a sus editores españoles, que lograron traducir sus obras al español, finalizando su intervención preponderando la importancia de la lengua húngara, asegurando que es tan bella y tan hermosa como el lenguaje de las hadas.